La acción revolucionaria en la vida cotidiana
«Comprendemos a nosotrxs mismxs y nuestras relaciones con el mundo que nos rodea como el primer paso hacia la revolución. Así, debemos aplicar nuestra comprensión a un práctico programa de acción. Cuando hablo de acción, no me refiero solamente a los eventos semanales o mensuales en los que, en colaboración con un grupo organizado, exponemos nuestras creencias en una manifestación, o cuando ejecutamos un atraco planeado a un lugar de opresión.
La acción no es tan limitada. Puede encontrarse en nuestras vidas diarias, nuestra rutina y nuestras actividades no tan rutinarias. Cuando hablamos de nuestras ideas y las promovemos en conversaciones, en el trabajo, durante la cena, estamos actuando. De hecho, ya sea que nos demos cuenta o no, todo lo que hacemos es una acción o una serie de acciones. Reconocer esto nos permite transformar nuestras vidas diarias, reprimidas y alienadas, a liberadoras y revolucionarias.
El papel del revolucionario o la revolucionaria es simple: convertir tu vida en un modelo miniatura de la sociedad alternativa y revolucionaria que imaginas (esa sociedad que te gustaría que existiera). Eres un microcosmos del mundo que te rodea, y aún la más básica de tus acciones afecta al contexto social del que eres parte. Tu puedes hacer de esos efectos algo positivo y radical en su naturaleza.
La revolución debe volverse parte de nuestro estilo de vida, guiada por una visión y alimentada por la compasión. Cada pensamiento, cada palabra, cada acción debe estar arraizada en la 'praxis' radical (es decir, en la práctica directa). Debemos liberar nuestros deseos a través de la crítica constante de lo que nos han enseñado a pensar, y en una búsqueda persistente de lo que realmente queremos. Una vez conocidos nuestros deseos, debemos actuar.»
— Fragmento del texto 'La acción revolucionaria', extraído del zine 'Liberación animal y Revolución social' escrito por Brian A. Dominik (1997).