Ian Mackaye: la actitud punk
Ian Mackaye, conocido por liderar la banda Minor Threat e iniciar indirectamente con lo que hoy conocemos como Straight Edge, no solo no toma, no fuma, no se droga y no consume animales muertos. A lo largo de su carrera siempre optó por publicitar sus bandas y shows en medios independientes y totalmente underground, además de buscar tocar en lugares poco convencionales. Dichas prácticas incluyeron mantener bajos los precios de las entradas (menos de $5 dólares) y permitir público de todas las edades en sus shows, con el objetivo de que todxs tuvieran acceso al mensaje que querían difundir. Durante la era de Fugazi, Mackaye rechazó una oferta para encabezar el festival Lollapalooza luego de considerar que los organizadores estaban cobrando demasiado por los boletos de entrada. También rechazó dar entrevistas a Rolling Stone y otras publicaciones importantes señalando que sólo accedería cuando ellos dejaran de promocionar tabaco y alcohol en sus revistas.
Ian Mackaye siempre se posicionó contra la violencia, incluso en los conciertos, reprobando la practica del “crowd surfing” (lanzarse sobre los demás desde el escenario) al grado de llegar a detener la música si alguien lo hacía, y si el asistente insistía le devolvía su dinero y lo echaba del lugar. Siempre mostró una postura de apoyo al movimiento Riot Grrrl (punk feminista) nacido en los 90's, pues consideraba que el machismo entre las bandas mantenía apartadas a las mujeres de una escena que se supone debía ser para todxs. De hecho él fue quien produjo el EP homónimo de la banda Bikini Kill. En algunas de sus canciones, como “Suggestion” de Fugazi, habla sobre la desigualdad de género.
Más allá de su labor como músico, sin duda Ian Mackaye ha dedicado gran parte de su vida al activisto y a la difusión del "Hazlo Tu Mismo" por todos los medios posibles. Entre tanto, cabe resaltar que contribuyó en la creación de diversos documentales, entre ellos “American Hardcore”, “DIY America”, “Dogtown and Z-Boys” y en libros como “The Idealist” de Glen Friedman.
Fuente consultada: revistatiburon.com